Por: Damaris Pérez López Nos ha tocado vivir en una época de grandes retos, pero es la hora para la cual hemos sido llamados. Dios no creó nada sin un propósito preestablecido en la eternidad. La Tierra fue diseñada para que nosotros fuésemos establecidos y plantados con la autoridad y poder delegados por Él para que se manifieste Su presencia para libertad, restauración y salvación.
Tenemos claro que la relación del hombre con Dios fue corrompida desde el huerto del Edén, pero la muerte y resurrección de Jesús, nos regreso el acceso a tener una relación directa con el Padre. De este modo nuestra identidad de hijos queda restablecida y con ella el ser portadores del poder y la autoridad para el establecimiento del Reino de Dios en la Tierra. Dios nos creo como seres espirituales y eternos, pero debemos vivir en una condición temporal, donde nos es necesario un cuerpo físico. Esa misma condición tuvo que encarnarla Jesús, fue necesario que el hijo de Dios, como hombre, viniese a provocar la revolución más grande de la historia. Antes y después de Cristo, los hechos del mundo, las civilizaciones y sociedades fueron marcados por Él. De igual modo hoy, como el cuerpo de Cristo, sus hijos, embajadores del Reino de los Cielos, hemos sido colocados en un escenario y tiempo histórico para continuar Su plan. Y si bien Jesús anduvo y actuó como hombre, tenía clara Su identidad de hijo de Dios y sabía que contaba con el poder y autoridad de Su padre. Lo que Él era no se segmentaba, todo lo que el era fue necesario para que pudiese cumplir su propósito en la Tierra en el momento histórico preciso, escogido y señalado por Dios, aún esa humanidad. Nuestro diseño no es equivocado, ni defectuoso, eso es imposible. Dios lo hizo todo perfecto y conoce el principio y el final de la historia. Cuando nos diseñó lo hizo pensando en el momento en que seríamos establecidos en la Tierra. Nos diseñó con todo lo necesario para enfrentarnos al Reino de la Tinieblas ante las operaciones especificas de ese momento histórico para el que nos señaló. Tus habilidades e intereses fueron establecidos en tí para que las usaras como herramientas. Aquello en lo que te haz capacitado, tu ocupación o profesión debe ser puesto a Su servicio. Eres su hijo de forma integral, todo lo que eres y haces debe ser servicio y ofrenda. Esther fue elegida por el Rey por su hermosura, pero estuvo clara en que su aspecto no era su identidad. Su privilegio de estar en palacio no la hizo olvidarse de un pueblo y dejarlo a su suerte. Más bien entendió que Dios la hizo ser vista y admirada por el Rey para que una vez ocupara ese lugar, pudiese utilizar todo cuanto ella era en Dios para que un pueblo fuese librado. Ella era hija de Dios, embajadora de un Reino mayor, escogida por Él para revocar el decreto de un Reino terrenal, para salvación de generaciones. Es el tiempo de que entendamos que no dejamos de ser hijos de Dios cuando pasamos a ser esposos, padres, abogados, maestros, empresarios, vendedores; sino que esto nos ubica en microescenarios dentro de un momento histórico en el que Dios pensó en nuestro diseño y lo concretó para que cumpliésemos con el mandato de ser sal y luz, allí donde nos movemos diariamente. La sal preserva y la luz remueve tinieblas. Allí en tu negocio, en la escuela, en tu hogar, fuiste colocado para que sea visto a través de ti un Reino mayor y que este remueva al que ilegalmente ha pretendido establecerse en las Naciones de la Tierra. Tenemos la mejor garantía de victoria, el Reino de Dios prevalecerá, pero es importante que entendamos que será a través de sus hijos. Las generaciones están bajo ataque para que su identidad sea secuestrada y deje de avanzar el plan de Dios sobre la Tierra. Si eres padre se que además de orar para que tus hijos se levanten dentro de su propósito en Dios, sabes que te corresponde formarlos y mostrarles el modo de vivir (Deuteronomios 6). Es necesario que no solo seamos denominados con títulos, sino que funcionemos. Somos hijos y representantes de Dios en la Tierra y nos fueron entregados diferentes dones, cargas o llamados y estos no dependen de un escenario particular para ser manifestados. Es evidente que las estructuras religiosas limitaron nuestro campo de acción, segmentando nuestras vidas entre el templo y lo cotidiano. Llego la hora de entender que el escenario es un todo, resulta más amplio de lo que pensamos y todos fuimos creados para áreas especificas dentro del mismo. Para ser efectivos debemos renunciar al trastorno de identidad bipolar que ha venido a traer indiferencia, en los hijos de Dios, ante las cosas que suceden en la Tierra. Haces falta exactamente donde te mueves diariamente. ¿Eres maestro? Allí veras la necesidad de familias completas, es donde Dios quiere que des la palabra de aliento, de consejo, la palabra de ciencia. Allí verás lo que se le da de comer a una generación en desarrollo y cuan contaminado está. Si Dios te colocó en ese microescenario es para que hagas algo, no para que te sometan a ejecutar un plan contrario al de Él. Es allí donde hace falta que te levantes en tu don de apóstol, profeta, evangelista, pastor y maestro, en función, no por añadir títulos para tu propia gloria. ¿Eres empresario? Que tu forma de operar tu negocio refleje excelencia, diligencia, transparencia y los frutos de abundancia que como consecuencia tendrás hablarán de una economía que trasciende un tiempo de crisis. José interpretó por revelación de Dios los sueños que tuvo Faraón. No tengo la menor duda de que como un hombre que tenía relación con Dios, José oraba y tenía su confianza depositada en Él, pero la sabiduría y capacidad administrativa que cargaba por diseño, tuvo que ser rendida como ofrenda y puesta en acción. José no espero a ver si caía mana del cielo, no porque no creyera que Dios era capaz de hacerlo, sino que con las instrucciones que recibió de Dios actuó con diligencia y elaboró una estrategia para preservar el alimento necesario para tiempos de escasez. Dios no le mostró que si oraba y actuaba de una manera en particular no llegarían los años malos, solo le pidió que hiciera su parte, trazara un plan y la provisión estaría asegurada. Nos enfrentamos hoy al establecimiento de leyes terrenales que persiguen destrucción y nos corresponde accionar para traer la verdad ante los ojos de quienes no ven, traer luz para esparcir la obscuridad en la que ya muchos viven, pero sobre todo ser sal que preserva lo que si es. Aún cuando hayan agendas y corrientes contrarias a la Palabra, que con o sin leyes se implementen, hay trabajo por hacer. Hay que preservar vidas y hay que crear el alimento adecuado para alimentar a quienes se desarrollan y salvar aquellos que llegarán muriendo de hambre cuando ya parezca tarde. Vemos un bombardeo intencional a través de los de medios de comunicación, libros, música, arte, Internet, juguetes, moda y no es casualidad, Satanás orquesta sus artimañas desde todos los flancos. De igual modo apremia, que se levanten las cinco funciones ministeriales en estos medios de impacto. Es el tiempo de arrebatarle a Satanás todo lo que ha querido robarnos y aún lo que voluntaria y negligentemente entregamos, como lo es la formación de las generaciones. Sin Dios nada somos, ni podemos hacer, pero es necesario que todo cuanto somos y hacemos sea como para Él. Dios nos pedirá cuenta por todo cuánto hagamos, pero también por lo que dejemos de hacer. Fuimos llamados para esta hora y en tu intimidad con Dios, Él te mostrará, como a Esther y a José, lo que te corresponde hacer en esta hora para que Su plan de restauración de las Naciones sea completado. Las Naciones están compuestas por hombres y si muchos de ellos están enfermos, el tejido social completo se corromperá. Por tal razón Dios recuerda a Sus hijos... Jeremias 1:10 «¡Mira, he puesto mis palabras en tu boca! b Hoy te doy autoridad para que hagas frente a naciones y reinos. A algunos deberás desarraigar, derribar, destruir y derrocar; a otros deberás edificar y plantar». Jeremias 1:17-19 17 »Levántate y prepárate para entrar en acción. Ve y diles todo lo que te ordene decir. No les tengas miedo, sino haré que parezcas un necio delante de ellos. 18 Mira, hoy te he hecho fuerte, como ciudad fortificada que no se puede conquistar, como columna de hierro o pared de bronce. Te enfrentarás contra toda esta tierra: contra los reyes, los funcionarios, los sacerdotes y el pueblo de Judá. 19 Ellos pelearán contra ti, pero fracasarán, porque yo estoy contigo y te protegeré. ¡Yo, el Señor, he hablado! La promesa de restauración esta sobre Puerto Rico y el resto de las Naciones, pero se aguarda por la plena manifestación de los hijos de Dios sobre la Tierra. Los comentarios están cerrados.
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