Por: Damaris Pérez López "Dios necesita que nazca una generación con las características que manifestó José para este tiempo, pero es necesario un grito desgarrador como el de Raquel."
Al observar nuestro entorno podemos percibir un mundo y sociedad enfermos. Sistemas y estructuras envejecidas y corrompidas que no traen consigo cambios, ni producen vida. Pensamos en la necesidad que apremia y quisiéramos hacer la diferencia. Viene a nuestra mente aquellos que son el futuro, los niños y jóvenes que se levantan. ¿Cuánto tenemos de responsabilidad y con qué recursos contamos para provocar transformación? En ocasiones puede surgir un sentimiento de impotencia, pero la realidad es que somos nosotros, los hijos de Dios, quienes contamos con Su poder, el suficiente para ejecutar y obtener resultados de libertad y transformación, de hacer surgir vida. Es necesario que podamos sentir la urgencia que tiene Dios por vientres dispuestos a parir la generación José, destinada a librar de la hambruna ocasionada por la religión a las Naciones de la Tierra. ¿Estamos dispuestos a gritar como lo hizo Raquel? ¿A no dejar que la religiosidad silencie nuestro grito de clamor por descendencia? Con el pasar del tiempo lo que fue establecido como Iglesia, en su origen un organismo vivo, sufrió una serie de mutaciones hasta convertirse en una institución cuyo resultado fue una estructura religiosa distante, de lo que Jesús nos modeló en su paso por la Tierra. Dicha institucionalización nos limitó a costumbres, orden y formas repetitivas de hacer las cosas, haciéndonos creer que con cumplir con esos patrones calificaríamos para ser llamados hijos de Dios. Todos conocemos personas que cumplen algunos de estos requisitos, van todo los domingos a la iglesia, leen la palabra todos los días, su vestimenta es modesta, son en general buenas personas, pero eso no es el acceso a ser llamados hijos de Dios y tener relación con Él. Relacionarnos con Dios y vivir alineados al propósito que dispuso que cumpliésemos en la Tierra no se limita a buenas costumbres que nos enseñaron o impusieron mientras crecíamos, sino a un anhelo de que sea Él quien gobierne nuestras vidas y podamos ser aquello para lo cual nos diseñó. En un intento por acercarse más a Dios, el hombre estableció algunos conceptos y prácticas que han provocado lo contrario, distanciarnos de vivir y cumplir nuestro próposito en Él. Los hijos de Dios han quedado conformados y limitados a un lugar físico para sentirse y actuar como Iglesia, cuando la luz que cargan está destinada a ser vista en lugares de obscuridad. Es la forma en que opera la religiosidad, ciega, ensordece, enmudece, persigue, trae esterilidad e inmoviliza las vidas. Las introduce en pozos, cárceles, esclaviza y aprisiona para que no se cumpla el propósito de Dios en aquellos que cargan túnicas de autoridad para establecer el Reino de Dios en la Tierra. Ha llegado la hora de adorar a Dios con todo lo que somos y que entendamos que todo lo que hacemos es para Él. Eres hijo de Dios, Iglesia y parte de Su cuerpo, en casa, la escuela, el supermercado, el trabajo y allí Él quiere hablarte y usarte para suplir cada necesidad y transformar vidas. La túnica que te entregó tiene muchos colores, para que se manifieste Su poder y autoridad en diversos lugares, con diferentes dones y en diversidad de formas. Es el tiempo de la manifestación plena de los hijos de Dios para la restauración de todo. En resumen la religiosidad es un ataque infiltrado, familiar, proviene de lo que piensas que te acerca a Dios, aquello que te brinda seguridad y protección. Ejemplo de esto es alguien que piense que por ir fielmente los domingos a la Iglesia cumplió su parte y ahora Dios tiene la obligación de bendecir su vida. O aquel que dice: "he leído la Biblia completa una decena de veces y conozco el plan de Dios para mi", pero ¿cuánta de esa palabra se ha vuelto real en su vida? La religiosidad es una artimaña de Satanás, es otra de las mentiras que nos ha querido hacer creer. Persigue volverte estéril y una vez lo consigue se burla de que no puedas multiplicarte y si logras descendencia, busca tronchar en ellos el cumplimiento de su destino en Dios. Raquel sintió en carne propia la afrenta y la burla de no tener hijos, pero clamó a Dios de forma tal que fue escuchada. No se conformó o resignó con su condición. Su grito fue necesario para que llegara José y con él, un destino trazado en el plan eterno de Dios. Como sabemos, el enemigo no se quedó cruzado de brazos y en ese ambiente de seguridad y donde se sentía confiado, entre sus hermanos, se conspiró el ataque para que su propósito de vida fuese abortado. El espíritu de religiosidad provoca envidia, venganza, derramamiento de sangre, no da cabida a la misericordia, esclaviza, quita la visión y trae destrucción. El espíritu de religiosidad manifestado en los hermanos de José fue el mismo que se manifestó en Caín. En el caso de Abel hubo muerte, en el caso de José oposición, pero el fin era el mismo destruirlos para que no cumplieran su propósito en Dios. Los hermanos de José lo despojaron de su túnica de autoridad, lo echaron en un pozo, lo vendieron, terminó en Egipto como esclavo y luego preso. En medio de cada proceso la relación entre José y Dios se mantuvo, fue sacado del pozo, libertado de la esclavitud, de la cárcel, y establecido para que gobernara y librara a un pueblo de la hambruna. Al igual que en esos tiempos, hemos tenido un espíritu de religiosidad que ha vuelto estéril a la Iglesia, Su cuerpo. Hay generaciones que fueron abortadas, otras que han sido echadas en pozos, otras que han sido vendidas, otras esclavizadas y presas de estructuras religiosas. Guardamos a los niños y jóvenes de los ataques externos, pero no nos percatamos que el espíritu de religiosidad opera desde adentro, desde el área de seguridad y familiaridad. La religiosidad limita la forma de operar y estrecha el terreno de acción, nos ocupa y trae agotamiento. Es necesario que se levante una generación de relación con el Padre que entienda que le fueron entregadas vestiduras de autoridad y cumplan su mandato de sojuzgad la Tierra para transformación. Que arranque, derribe, destruya y derogue (Jeremías 1:10) cada sistema y estructura que se levantó en la sociedad, incluyendo la religiosa; y que muestre la presencia de Dios sobre la Tierra para libertar, restaurar, limpiar, sanar, edificar, plantar y traer vida. Una generación que sea capaz de salir de las costumbres, aun de aquello que pareció ser de utilidad en algún momento. Que puedan entender que Dios y Su palabra no cambian, pero que diariamente puede revelar maneras de operar diversas, aun cuando parezcan extrañas. La transformación de nuestro entorno debe ser antecedida por una reforma interna, un cambio en nuestro modo de pensar y actuar, dirigidos por la revelación de Dios para ejecutar según la misión que nos fue entregada dentro de su plan. Si eres padre o hay en ti un llamado a levantar generaciones para Dios, pídele que todo espíritu de religiosidad que te ha amordazado, para que el grito por descendencia que llevas dentro no se escuche, te suelte. Que toda esterilidad, conformismo, costumbre arraigada en ti, te incomode. Que toda transacción en que tu generación fue involucrada sea anulada y que sale de ti una generación que romperá estructuras, establecerá diseños del Cielo y librará del hambre a las Naciones. Una generación clara en que lleva consigo poder y autoridad de Dios, pues no vive en religión, sino en relación con el Padre que le entregó esas vestiduras de autoridad. Una generación soñadora, de visión, de carácter, de convicciones absolutas, para establecer el Reino de Dios en la Tierra. Una generación que cambiará sentencias de muerte y escasez, por vida y abundancia. ¿Estás dispuesto a que tu grito se escuche? ¿Estás dispuesto a embarazarte del propósito de Dios y traer vida? Hay un proceso para que esa vida sea concebida, sea formada y crezca. Ese proceso traerá incomodidad, cambio de alimentación, cambio de comportamiento, pero al pasar del tiempo saldrá de ti lo que Dios se propuso. Darás a luz propósito y descendencia, lo que hará que haya expansión y continué un proceso de multiplicación que proporcionará la provisión necesaria para que las naciones no mueran de hambre y sean restauradas. Que tu grito sea escuchado: ¡Dame hijos o moriré! Génesis 30:1 Provoquemos el nacimiento de una generación libre de religiosidad que establezca el Reino de Dios, trayendo sanidad y vida hasta los confines de la Tierra. Por: JNFR La compañía Apple lanzó en el pasado mes de abril la actualización número 8.3 del sistema operativo iOS para iPhone y iPad. Esta actualización trajo con sigo el lanzamiento de más de 300 emojis entre los cuales se incluyen las llamadas "familias no tradicionales". Apple alega que a través de esto busca que su marca sea más inclusiva, pues además incluyeron emojis de otros razas. Es un hecho que tanto los medios de comunicación como muchas de las mega empresas capitalistas están parcializadas a favor de las ideologías de la comunidad LGBTT. Apple es solo un ejemplo. Diariamente se nos bombardea con información para tratar de normalizar estas conductas. Puede ser de manera "sutil", como en el caso de Apple y sus emojis, o con los cambios de la palabra "sexo" por "género" en diferentes documentos oficiales del país, como la solicitud para la licencia de conducir y también lo vemos de manera explicita como la Coca-Cola Company, quienes abiertamente apoyan a la comunidad LGBTT (enlace del manifiesto de la compañía a favor del matrimonio entre parejas del mismo sexo http://www.coca-colacompany.com/press-center/company-statements/the-coca-cola-company-statement-on-marriage-equality). Independientemente hacemos un llamado al pueblo de Dios a no ceder. Es nuestro deber combatir este intento brutal de normalizar lo no natural. Le exhortamos a no claudicar, aunque ocurran cambios en las leyes y nos traten de imponer nuevas realidades es vital que mantengamos nuestras posturas y batallemos con amor pero con indignación en contra de todo aquello que valla en contra de la verdad. La Biblia nos exhorta a no amoldearnos a los cambios y costumbres de los tiempos, sino que renovemos nuestra mente en Dios pues a través de Él la verdad es revelada. No se amolden al mundo actual, sino sean transformados
mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta. Romanos 12:2 NVI |
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